Memorias de una geisha

La novela Memorias de una geisha, de Arthur Golden, escrita en 1997, era bastante buena y daba para una interesante versión cinematográfica. Sin embargo, la película basada en la novela no pasa de eso, de una casi correcta adaptación.
Dirigida por Rob Marshall y protagonizada por Zhang Ziyi, Ken Watanabe, Gong Li y Michelle Yeoh, narra la historia de una niña vendida, en el Japón de 1929, por sus padres a una casa de geishas, mientras que su hermana acaba en un prostíbulo. En la casa, la niña irá creciendo y conociendo el mundo de las geishas, hasta convertirse ella misma en una.
Como dije anteriormente, la novela daba para algo más. El director se pierde en su propia ambición de recrear (magistralmente, todo sea dicho de paso) el ambiente. Ése es, sin duda, el mayor valor de la película. Pero eso no basta para construir una buena película.
La película se alarga en exceso, cae en algunos puntos muertos y, a veces, se vuelve demasiado repetitiva. Quizá, como decía algún crítica, esta película encajaría en la época de los viejos magnates de Hollywood. Pero el cine también tiene que evolucionar.
En definitiva, una película que aprueba por los pelos y, sólo gracias a la novela que la precede.